SOBRE LA SITUACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
Los recientes acontecimientos que vivimos en distintas facultades de la UBA -tomas, cuestionamientos a los resultados electorales, impedimento de la elección de autoridades, entre otros- deben ser entendidos en el marco del proceso de decadencia institucional existente en nuestra Universidad, a su vez ponen en evidencia la notoria ausencia de debates de ideas y propuestas.
El carácter escandaloso de los estallidos no oculta el malestar existente frente a un proyecto académico en progresiva declinación, acentuada mercantilización y que pretende sostener un estatuto arcaico y regresivo cuya modificación se viene postergando indefinidamente con el solo propósito de sostener el estado de cosas existente. Se trata de un estatuto que privilegia a una elite política profesoral por sobre el conjunto de la comunidad académica. Ya se había asumido el compromiso de modificarlo, para ello se crearon comisiones de trabajo que pusieron en marcha el proceso de discusión, sin embargo, curiosamente, la única comisión que no se puso en marcha fue la encargada de discutir la reforma política. Es decir, se eludió la discusión donde se ponía en juego la democratización.
La UBA es una de las pocas universidades nacionales que no ha actualizado sus estatutos cuando existe una tendencia democratizadora que, más allá de sus limitaciones, ha permeado al conjunto de las universidades. Así se ha concretado en la mayoría de las universidades nacionales la ampliación de la participación docente y la realización de elecciones de representantes a través de procedimientos más transparentes y participativos. Ello se tradujo, fundamentalmente, en la construcción de claustros únicos docentes, la ampliación de la representación estudiantil y la incorporación de los trabajadores no docentes en los órganos de gobierno.
El debate por una democratización del gobierno de la Universidad no ha tenido una instalación seria y sistemática en ninguno de los ámbitos de nuestra facultad salvo coyunturalmente, en etapas electorales, donde ha primado un sentido más consignista y oportunista que de reflexión y organización y donde la participación en términos generales se redujo al activo de los distintos claustros.
El resultado de las últimas elecciones en las Carreras de la Facultad ha dado lugar a un cuestionamiento por parte del actual Centro de estudiantes, algunos partidos políticos de izquierda y la lista oficialista de la gremial docente al resultado de la Carrera de Sociología sin ahorrar agravios y descalificaciones. Curiosamente son varias las carreras que están en las mismas condiciones (Comunicación y Ciencias Políticas entre otras), es decir, donde si el voto fuera sin ponderación prevalecería la mayoría estudiantil. Por razones misteriosas en la única Carrera donde se realiza el reclamo es en Sociología. Los misterios en política suelen tener otro nombre, que poco tienen que ver con la transparencia que se proclama con ligereza.
Las reformas a encarar no pueden comenzar por desconocer los procedimientos electorales que han consagrado a las actuales autoridades en los distintos niveles de nuestra Facultad. Estos procedimientos, que son los más democráticos de la UBA, incluyen una representación igualitaria de los claustros en las Juntas de Carrera, la participación de los docentes interinos en el claustro de profesores y la elección directa de los directores. Por otro lado, las reglas fueron aceptadas de antemano por todos los contendientes y no existe ningún movimiento masivo de opinión que justifique fundadamente y con legitimidad un cuestionamiento al resultado electoral. Existe un remedo del movimiento que generó la elección directa en el 2002 que recuerda la famosa frase de Marx sobre la repetición de la historia. El actual proceso no tiene ni la masividad ni la mística de aquél, que bueno es recordar estaba inspirado en los sucesos del 2001. La falta de masividad se corresponde con la falta de legitimidad, así las ideas sin carnadura social derivan en un voluntarismo carente de anclaje social y de legitimidad.
La ausencia de una estrategia en la lucha por la democratización lleva a acciones que desconciertan a propios y extraños y a confundir los potenciales amigos con quienes encarnan la defensa del statu quo universitario. Sin estrategia, sin política de alianzas y sin un movimiento real de apoyo la democratización es una prenda de disputa partidocrática a espaldas de la comunidad académica. De esta manera se lleva a las legítimas banderas de la democratización a un camino sin salida.
Debemos asumir el desafío de abrir un proceso de reflexión, debate y organización tendiente a colocar en el ámbito de nuestra Facultad, de la Universidad y de la opinión pública nacional la discusión sobre las acciones necesarias para poner a la Universidad de Buenos Aires a la altura de su historia.
Creemos que la necesaria reforma del Estatuto de la UBA no será posible sin un proyecto que convoque las voluntades de todos aquellos sectores que realmente pretenden una universidad democrática. Llamamos a toda la comunidad de nuestra Facultad a encarar con seriedad ese proceso discutiendo con franqueza y profundidad más allá de las coyunturas electorales y con la mirada puesta en las necesidades colectivas, caso contrario estaríamos produciendo discursos y prácticas meramente oportunistas totalmente ajenas a las transformaciones que necesita nuestra Universidad.
Buenos Aires, 28 de octubre de 2013
IMAGINACION SOCIOLÓGICA
Espacio de profesor@s y graduad@s de la Carrera de Sociología
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